En mi reciente participación como espectador, pero con una visión más analítica que simplemente ir a ver grupos y solistas interpretar la obra del maestro Luis Carlos Gonzales y de otros autores, he logrado encontrar algunos puntos críticos y otros positivos acerca del concurso. Dicho análisis me ha ayudado a hacer sacar unas conclusiones, o por lo menos unas ideas frente a lo que vi y percibí durante dos días.
Primero que todo, vi que es un concurso que tiene una línea muy tradicional, empezando por la decoración del escenario, que simulaba un camino rural y en el medio había una foto tamaño real de un arriero, esto puede ser interpretado fácilmente como una intención de revivir las añoranzas de unos caminos y una forma de vida rural, que ya no volverán. Esto es esa visión bucólica tradicional que se encuentra en el folclor andino colombiano donde se olvidan que muchas de las problemáticas actuales del país que son de carácter urbano. Además, resulta curioso ver que algunos de los asistentes portan poncho y sombrero mostrando otro elemento simbólico de tradición, toda vez que esa es la vestimenta de los campesinos colombianos de la zona andina, esto generaría una pregunta ¿Por qué lo hacen? Ya que muchos de dichos asistentes poco saben de la problemática agraria del país, como para sentirse identificados con lo que significa ser realmente campesino. Y por funcionalidad poco creo ya que estar dentro de un teatro en las horas de la noche un sombero y poncho son poco útiles, al final esto es expresión de un pensamiento tradicional, sin conciecia de lo que ello significa.
Desde mi perspectiva, hubo un hecho que pareció reprochable y falto de respeto para con los intérpretes y algunos de los asistentes, es que algunos de los miembros de la fundación celebren efusivamente algunas interpretaciones más que otras, lo cual se presta para pensar que hay predilección de unos artistas sobre otros por parte de la fundación organizadora del concurso, y como organizadores deben ser neutrales, o por lo menos disimularlo un poco.
Y para finalizar a parte crítica de mis análisis del concurso, quiero expresar públicamente mi reclamo sobre el premio segundo puesto de solistas, ya que si bien el intérprete tiene una buena voz, el hecho que se le haya olvidado el fragmento de una canción en dos ocasiones: una en la semifinal y otra en la final, reviste una falta grave en cuanto a interpretación se refiere y lo más grave en mi criterio es que hayan dejado por fuera de la competencia a Silvia Bibiana Ortega, una intérprete de excelente calidad, dado que tiene una gran trayectoria dentro de la música andina colombiana ya que hizo parte del dueto Las Zurronas, de amplio reconocimiento dentro del medio, además de hacer parte actualmente de un proyecto supremamente valioso como es el trío femenino SECRETO A VOCES. Pero darle el premio a alguien que cometió dos crasos errores en dos interpretaciones diferentes, daría para descalificación y más cuando tenía como competencia dos intérpretes de altísima calidad, la verdad eso deja mucho que pensar, espero que la decisión no haya sido por elementos de machismo dado que en ese concurso ya han triunfado mujeres intérpretes como Niyireth Alarcón y el Dueto Primavera.
Lo importante y de resaltar del Concurso Nacional del Bambuco Luis Carlos Gonzales es que tiene una organización supremamente buena, permiten que los medios hagan difusión del concurso, también hay que decir que la región (eje cafetero) necesita este tipo de eventos toda vez que no tiene muchos en comparación con departamentos como el Valle de Cauca o Santander. Así mismo dicho evento tiene una identidad propia que le da diversidad a los concursos y a los festivales del género en Colombia, ya que no todo debe ser de línea actual, también hay que dejar espacio para los concursos que buscan conservar el recuerdo rural del país de 6 o 7 décadas atrás.
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