viernes, 27 de mayo de 2011

PORQUÉ IR A UN FESTIVAL FOLCLÓRICO


Estamos a escasos días de iniciar el Festival de Música Andina Colombiana Mono Núñez, sin lugar a dudas la fiesta más importante de la MAC (Música Andina Colombiana) porque es allí donde se encuentran cada año los grandes exponentes del género en el municipio de Ginebra - Valle del Cauca. Y cada que se acerca esa fecha empiezo a recordar la importancia que tiene cada unos de los festivales y concursos folclóricos. Y sobre ese tema quiero dialogar hoy, conversar sobre ¿Por qué asistir a un festival folclórico?

Desde que fui por primera vez asistí a uno, quedé convencido que cada colombiano si tiene los medios, debe de ir a un festival o concurso folclórico que se acerque a sus gustos musicales. Por ejemplo nosotros los amantes de la MAC tenemos una gran cantidad de espacios para disfrutar de la actualidad de nuestra música a lo largo de toda la región andina colombiana.

Visitar un festival o concurso, no es solo la posibilidad de disfrutar de cerca de la música tradicional colombiana, sino que es una gran oportunidad de acercarse a eso que es tan extraño para todos y todas los colombianos llamado la identidad nacional, porque es reconocernos culturalmente, saber que nuestras músicas son la manifestación de nuestras identidades mestizas, es saber que nuestras historias, que nuestros cambios políticos, sociales y culturales están planteados de forma implícita en cada una de nuestras músicas.

También, asistir a un festival o concurso representa la posibilidad de encontrarse con más personas admiradoras del folclor, con lo que se construyen unas redes sociales alrededor del fascinante tema de las construcciones culturales autóctonas.

Así mismo,  hay algo que se disfruta bastante de ir a los festivales y concursos, es la posibilidad de no solo tener cerca a los artistas a los que uno admira o le gusta la música que hacen, sino que puede dialogar con ellos, porque no tienen ese concepto de “estrellas”, y no hay nadie que impida que el artista y el amante de la música puedan estar cerca. Además que el ambiente de los festivales tiene una fraternidad implícita que se siente, será porque hay un poco de identidad nacional allí escondida.

La invitación es pues, a visitar algún festival folclórico para conocer más el país, no solo geográficamente, sino desde la multiculturalidad colombiana. También para reconocerse es las manifestaciones artísticas autóctonas, del mismo modo para disfrutar de un ambiente especial donde se puede hacer lo que en otros ritmos musicales no es ni pensado, acercarse y compartir de cerca con alguien de quien te gusta su música y se lo puedes decir sin problema alguno.

Y si usted amigo o amiga no se ha decido a ir a un festival o concurso, ¡hágalo¡ Tome rápido la decisión ya que en el segundo semestre del año es la época donde más hay festivales folclóricos, arriésguese a conocer un poco de su identidad nacional.

jueves, 19 de mayo de 2011

SOBRE MIS PREFERENCIAS MUSICALES


Hoy quiero hablar un poco sobre mis gustos musicales, para plantear un tema que considero importante por estos días donde hay tanta música por escuchar con diferente calidad alta y baja, no lo hago para intentar presumir sobre mis preferencias musicales ni mucho menos, lo hago con el único fin de exponer un tema desde una vivencia personal, y que espero que cada lector encuentre puntos de encuentro o bien puntos de discusión para propiciar un debate si se quiere.

Desde hace un tiempo hacia acá, influenciado por escuchar de forma constante y detallada la música andina colombiana (MAC) tomé la decisión de escuchar en mis momentos personales y de concentración, música bien elaborada para aprovechar la riqueza no solo musical e intelectual que tienen ciertas músicas, porque la música ayuda a pensar diferente y también puede decirse que ayuda a abrir los sentidos porque no basta con simplemente escuchar, hay que sentir la música bien hecha para poder disfrutarla totalmente.

Y ¿Qué es la música elaborada? Se podrían preguntar algunos, desde mi criterio personal es aquella música que cuenta con una riqueza instrumental, no solo en la cantidad de instrumentos utilizados sino en la ejecución de dichos instrumentos, además de tener voces (cuando las tiene) cualificadas que se siente la diferencia con otras con solo percibirlas una vez. Dentro de estas músicas elaboradas que personalmente trato de  escuchar (aunque reconozco sin ningún problema que en la gran mayoría no sé qué ritmo estoy escuchando o qué compositor es) Jazz, Música Clásica, Bossa Nova y algo de Rock. Porque encuentro en estas propuestas y en otras más una riqueza intelectual realmente interesante y que aporta para la vida.

Pero sin lugar a dudas, la música que prefiero escuchar es la MAC no solo porque tengo un mediano conocimiento sobre su origen y elaboración también la escucho porque encontré una la posibilidad de hacer lectura de la realidad colombiana, así mismo porque disfruto de lo que alguna vez denominé aquí como un “saborcito” en las formas de interpretación y en una la riqueza musical evidente.

También hay música que procuro no escuchar salvo que no pueda evitarlo, por considerar que no aporta mucho a construir una consciencia sobre lo que escucha solo en letras sino en lo estrictamente musical. Ritmos como el Punk por su estridencia y por ese concepto de podredumbre implícito que personalmente me genera repulsión inmediata, también la mal llamada “música popular” por el discurso visible de “vida fácil” y porque a todas luces se nota que no hay el más mínimo esfuerzo por tener una calidad vocal e instrumental como forma de respeto a que recibe quien escucha, el Pop que me parece que abusa del concepto del amor, llevándolo al extremos ya que plantea la tragedia cuando hay ausencia de este y por la excesiva “melosería” y “dulzura” cuando se está enamorado. Finalmente, tampoco encuentro mucha afinidad con la música electrónica por considerarlo falta de sentido más allá de bailar durante horas.

Es por todo lo anterior, que disfruto con las aquellas propuestas musicales que permiten ver más allá de una voz, me gusta buscar cada instrumento, reconocer buenas voces articuladas a una buena historia o a una idea quizás diferente o que por lo menos tenga la capacidad de expresar lo que ya se ha dicho pero de forma alterna a lo tradicional, ese es quizás el secreto que esconden nuestras músicas tradicionales porque es la forma de contar la historia echando mano de la diversidad cultural colombiana.  

miércoles, 4 de mayo de 2011

SOBREVIVIR EN UN BUS


Usualmente, en múltiples ocasiones he exaltado a los músicos académicos en este espacio por su virtuosismo y aporte al folclor contemporáneo, así mismo a los compositores que son parte fundamental de las transformaciones sociales del país. Pero hoy quiero reconocer públicamente la labor de unas personas que quizás no tengan los conocimientos técnicos que otros tienen, pero que hacen algo con la música que es casi una proeza en países como Colombia, sobrevivir. Estoy hablando de las personas que se suben a cantar a los buses, de los músicos de los buses.

Todos los que tenemos el “privilegio” de transportarnos el servicio público urbano nos hemos encontrado gente que vende dulces o que cuenta sus desdichas personales o encontraron en la música una forma de sobrevivir por el mismo motivo de los otros, decidieron hacer del servicio público su trabajo. Pero para mí son estos últimos fuente de admiración, porque echando mano de un instrumento en la mayoría de las veces viejo y destemplado o simplemente con sus voces y la necesidad de conseguir dinero para salvar sus vidas del hambre.

La idea de hacer un pequeño homenaje a estos valientes de la cuidad, me surgió a partir de ver en un bus en el que me transportaba, se subió un hombre de unos 60 años aproximadamente estaba acompañado de una mujer joven y una niña. Él portaba un pequeño parlante de los que hasta ese día solo se lo había visto a algunos jóvenes para escuchar reggaetón, debo confesar que espere lo peor, pero cuando el hombre se llenó de un valor que su cuerpo irradiaba y empezó a cantar “Viejo Farol” el gran éxito de un reconocido personaje del eje cafetero (El “Caballero Gaucho”) sentí que aquel hombre entregaba lo único que tenía en ese momento, su voz ronca y fuerte, que me pareció muy agradable para la canción que con tanto sentimiento interpretaba, también sentí cierto orgullo y una admiración porque se notaba que era alguien novato en eso de cantar en los buses y que lo hacía porque tenía una verdadera necesidad para hacerlo.

Cuando miré los rostros concentrados de los demás pasajeros en el intérprete vi que no era el único que sentía admiración por aquel hombre, es más, pocas veces he visto que a una persona que se sube a cantar en el servicio público tantos pasajeros le den dinero, quizás porque percibimos que lo hacía con una actitud y con un sentido que pocas personas lo hacen, lo hizo por sobrevivir.

Siempre he sentido admiración por quienes optan por vencer ese temor del reproche social  y cantan en un bus porque están convencidos de su calidad artística, lo cual algunos pueden poner en duda pero de lo que no hay discusión es que son personas que merecen todo el respeto porque en un país donde es tan fácil hacer daño a otras personas para sobrevivir, ellos han optado por una expresión artística y que solo busca un poco de apoyo para seguir en el cada vez más complejo camino de la legalidad cuando se está inmerso en la pobreza. Por eso hoy hago este homenaje a ellos y ellas, a quienes la música y los buses les dan la comida y el ánimo para sobrevivir.