sábado, 26 de septiembre de 2009

LA CULTURA TRAQUETA


Resulta común, pero no menos preocupante ver como cada vez más, -y con más frecuencia e intensidad- se muestra un estilo de vida en medio de carros lujosos, caballos de paso fino y mujeres voluptuosas que son solo un adorno para un hombre se sombrero ancho, con pinta de “Chico Marlboro” criollo (mezcla entre Chuck Norris y Gali Galeano) que es la encarnación de toda visión del mundo de dinero fácil y de la mujer como objeto sexual, imagen trasmitida por los procesos de crecimiento del narcotráfico en el país. Pero resulta aun más preocupante cuando son los medios de comunicación son quienes más difunden, con un mensaje de doble moral reprochable toda vez que después de mostrar todo el poder, lujo y ventajas sobre otros que puede dar el dinero este estilo de vida, plantean que es malo dicho estilo de vida, pero no se necesita tener más de tres dedos de frente para percibir que realmente hay una apología a la “cultura traqueta”.

La música no ha escapado a ser reflejo de las ansias de una vida fácil, que niega los parámetros de los valores sociales enmarcados en la legalidad, y los traspone por unos nuevos valores sustentados en lo ilegal. El caso más visible es la música popular, donde no hay video en que no se vea al o la protagonista montando a caballo, tomando Whisky y con una camioneta a un lado o en su defecto en un carro convertible último modelo lleno de mujeres en vestido de baño. Lo cual puede interpretarse como una muestra que la “cultura traqueta” es una expresión popular del país legitimada por el narcotráfico, pero esto conlleva a la pregunta: ¿Qué connotaciones tiene para quienes no hacen un análisis de lo que están viendo y escuchando? Pues puede generar que se aumente el número de personas que crean en la posibilidad de alcanzar sus metas en la ilegalidad o en otras palabras que hayan más mafiosos. Y si se analiza el aumento del narcotráfico en el eje cafetero, donde la música popular ha tenido mayor auge que en el resto del país, y que los intérpretes de dicho género musical son en esta zona da pie para algunas perspicacias que busquen una relación entre aumento del narcotráfico y el mensaje que simbólicamente transmite la música popular.

Aunque no solo es la música popular hace apología simbólica al narcotráfico, la denominada música norteña, hace referencia directa al tráfico de estupefacientes, para demostrarlo solo basta escuchar canciones como “La banda del carro tojo” o “La cruz de marihuana” siendo esta última una muestra del imaginario cultural del narcotraficante, dado que allí se habla de finos licores, droga, armas, mujeres y música norteña. Lo cual es una invitación a la ilegalidad en la medida que al éxito económico se puede llegar rápidamente por medio de la ostentación del narcotráfico.
Para terminar, quisiera volver al papel de los medios de comunicación en todo el proceso de reproducción de la “cultura traqueta”, ya que hay una sobre exposición de programas que relatan la vida de un mafioso, con el pretexto de mostrar la realidad nacional, pero como único trasfondo el interés comercial dado que desafortunadamente este tipo de programas tienen altos índices de audiencia y esta no es invitada a discernir sobre los mensajes implícitos del programa, solo se les incentiva a consumir y a reproducir la cultura traqueta.

lunes, 21 de septiembre de 2009

MÚSICA ANDINA COLOMBIANA PARA LA CIUDAD


Para muchas personas la música andina colombiana es cosa de campesinos, porque siempre habla de amores pasados, de abuelos y arrieros que ya nos están, pero hay que decir que esta visión del país ya ha cambiado por diferentes factores, el primero y creo que más claro por el crecimiento urbano de Colombia en las últimas 5 décadas, lo cual ha generado un proceso de migración que se ve expresado en que los compositores escriban desde la ciudad, la segunda razón es el proceso de construcción académica de la música que ha subido el nivel de composición instrumental y vocal. Aunque también se podría plantear una tercera opción algo más compleja y es que en el campo no se volvió a escuchar música andina colombiana ya que otros géneros foráneos se apoderaron del campo colombiano, con lo cual ya no se incentiva a componer música vernácula sino otros géneros. Y a todo lo anterior se le podría sumar una consecuencia del proceso académico, es el hecho que se la música andina colombiana se ha subido a un nivel tal, que se ha olvidado de sus raíces primarias, la montaña.

La “urbanización” dentro de la música andina colombiana puede verse a partir de lo que llaman los sociólogos “las nuevas ruralidades”, lo que en términos sencillos aunque algo escuetos, es que el campo ya depende de la ciudad dado que todo lo que se produce en el campo es para la ciudad y por lo tanto el campesino es entendido como lo lejano, lo antiguo y se le ve como un recuerdo del pasado melancólico. Y en la música se ve claramente en muchísimas canciones que evocan permanentemente al campo. Pero también hay una alta cantidad de piezas musicales contemporáneas que plantean un país urbano sin recuerdos bucólicos del campo, sino que hablan de la ciudad y sus contrastes, de los valores culturales propios de la ciudad, del amor y de la vida de la ciudad, sin arrieros, ni campesinos y abuelos que se les pregunta que se puede hacer por el pueblo.

Tampoco hay que caer en la radicalidad de negar al ancestro campesino, sino que también lo urbano merece ser explicado en las nuevas composiciones instrumentales como vocales, de allí la importancia que la música andina colombiana hable de la realidad urbana del país.

También hay otro argumento a favor de la música que plantea temas urbanos, y es que puede generar más cercanía para quienes no conocen mucho de música andina colombiana, además no a todo el mundo le gusta escuchar sobre historias campesinas y si se abordan temas más cercanos a la realidad de dichas personas podrían valorar este género musical como expresión de su realidad, y no como un recuerdo de los abuelos, si bien esto no tiene nada de malo, hay que decir que a muchas personas les parece aburrido, y la música andina colombiana no es aburrida, solo que a veces por ignorancia es incomprendida y prejuzgada.

jueves, 17 de septiembre de 2009

LO QUE HAY EN UN PIE IZQUIERDO



Hace algún tiempo me encontré una propuesta musical andina colombiana supremamente entretenida, divertida e interesante, donde una apuesta musical brillante es acompañada por unas letras con unos contenidos nuevos y graciosos a primera vista, pero si ve más allá se encuentran múltiples elementos de crítica a diferentes estamentos y a la tradición misma de la música. Este grupo se llama Música Para El Pie Izquierdo, encabezada por el maestro santandereano John J. Claro, y es una mirada totalmente contemporánea dentro de la música andina colombiana.
Canciones como “Por qué me tratas así”, “Guabiniando Rap”, “Crítica a la educación” o “Cuentiando” son solo una muestra del repertorio de este grupo que plantea un cambio en los esquemas no solo musicales sino en contenidos, ya que MPPI (Música Para El Pie Izquierdo) tiene un lenguaje propio, dado que ellos se han atrevido a realizar cosas que no se habían tenido antes dentro de la música andina colombiana. Uno de los ejemplos más claros son los fragmentos de los cuentos alemanes, Blanca Nieves y Caperucita Roja dichos al revés (La Riatohis de Vesniecablan y tacirupeca jaro) con un toque particular de interpretación latinoamericana, que presentan una versión jocosa de estas narraciones clásicas, pero si se les analiza bien, se encuentra el doble sentido propio de una interpretación colombiana.

Respecto a dicho doble sentido que podría a muchos puristas de la música y del arte en general una falta de respeto al arte, en MPPI tiene un significado más amplio que simplemente tapar unas palabras que se quieren decir pero que al final no se dicen, dado que puede interpretarse en canciones como “la cantaleta”, “menina” o “palabrejas” una crítica a una sociedad tradicionalmente moralista, además guardan una forma de componer supremamente inteligente, ya que construir con el doble sentido que se ve en MPPI, no lo puede hacer cualquiera, lo cual es un argumento a favor de una forma de escribir brillante y no vulgar y hasta tonta como se ve un muchas de las canciones que tienen doble sentido, pero MPPI es diferente por su estilo particular elaborar y de expresar dicho doble sentido.

MPPI representa una forma de protesta frente a muchos temas y frente a las estructuras mismas de la tradición de la música andina colombiana. Este grupo genera un rompimiento con muchísimos esquemas característicos de la música de diferentes géneros dado que tiene un discurso político implícito que al escuchar varias de las canciones aflora, y la invitación que hago desde aquí es esa, a descubrir ¿que hay dentro del pie izquierdo que hace música? Búsquenlo y me cuentan.
Y no busquen cuando empezaron ya que como lo dice el propio maestro John J. Claro “Nunca empezamos” por eso será que han formado un estilo único.

sábado, 12 de septiembre de 2009

SEIS TIEMPOS PARA SIEMPRE



Hoy quiero escribir sobre el ritmo andino colombiano que más me gusta, aquel que muchos denominan como el ritmo colombiano por excelencia, (frente a lo cual tengo mis reservas, ya que me suena algo excluyente, pero hay argumentos a favor y en contra) pero lo que sí es totalmente cierto es que el bambuco cuenta con unas características musicales y culturales particulares, que hacen que tenga como dije en un artículo anterior “un saborcito” especial, que permite leer la historia cultural del país.
El bambuco musicalmente tiene algo diferente donde quizás se encuentre lo apasionante de su ritmo, es el hecho que no tenga como la mayoría de géneros musicales 4 tiempos, esto en términos sencillos es que cuando un grupo va a empezar a tocar normalmente alguien dice: “un, dos, tres, cua…” y empiezan la canción. Pero el bambuco tiene 6 tiempos, lo cual lo hace diferente, y difícil de hacer. La explicación cultural de esa “anormalidad” es que este ritmo nació en el campo, con campesinos que no sabían de pentagrama y menos de tiempos musicales, y con la complicidad del tiple dieron rienda suelta a un ritmo pegajoso que sonaba bien y para eso no necesitaban tener conocimientos académicos sobre música, ya que era algo más emocional que otra cosa y de allí lo original de su forma musical.
De igual forma, resulta importante mencionar, que el primer bambuco escrito en pentagrama fue "Cuatro Preguntas" compuesto por Pedro Morales Pino, aproximadamente en 1865, pero desde antes hay registros de bambucos, como es el caso de "La Guaneña" canción emblemática del sur del país, que fue comuesta en 1789 por Nicanor Díaz.

Y es precisamente ese origen campesino del bambuco el que le ha permitido ser un elemento de análisis de los conflictos del campo colombiano, pero también se puede realizar una lectura urbana del bambuco, dado que en las últimas 2 o 3 décadas este ritmo musical no solo lo hacen los campesinos, sino músicos de formación académica agregando nuevos matices contemporáneos donde este ritmo autóctono se ha mezclado con otros géneros musicales como el jazz y el rock, (por citar solo dos) dándole un nuevo aire y actualizándolo musicalmente. Grupos como GUAFA TRÍO o ENSAMBLE TRÍPTICO en la línea instrumental y en lo vocal son infinitos los duetos masculinos y femeninos, solistas y grupos mixtos, que han hecho del bambuco un ritmo que no solo puede ser visto como representante de una tradición cultural, sino como un ritmo que se acopla a las nuevas dinámicas musicales, con lo cual puede ir más allá de la tradición.

Hay algo que siempre me ha parecido valioso e interesante, son las canciones compuestas al bambuco, es que componer una canción a un ritmo musical que despierta tantas emociones me parece muy creativo, algunos de estos bambucos como “Bambuquito de mi tierra” del maestro José A Morales representa muchas dichas emociones (y cuando se encuentra con versiones tan bien hechas como la de Lluvia y Rocío le da un valor agregado a la canción). También piezas como “El bambuco colombiano” del maestro Luis Carlos Gonzales (compositor de la ruana) reflejan la tradición y la identidad del bambuco, pero también existen canciones dedicadas al bambuco que tienen un aporte contemporáneo muy interesante especialmente en la línea instrumental, además los nuevos compositores han hecho cosas muy interesantes, bambucos como “Quien dijo” del maestro John Jairo Torres Delapava muestran esos nuevos elementos urbanos del bambuco.

Quiero finalizar este sencillo tributo diciendo que el bambuco es un ritmo musical no solo para tratar de conservar una tradición, sino que es una posibilidad cultural de expresión de múltiples sentimientos para hoy mañana y siempre.

“El bambuco es así, romántico, atrevido y muy sincero” Ancizar Castrillón

domingo, 6 de septiembre de 2009

MUJERES QUE TRANSFORMAN


Las posibilidades que brinda la música andina colombiana de descubrir nuevas categorías de análisis son muchísimas, y en esta ocasión encontré el papel de la mujer dentro de este género musical pero no en las letras que hacen mención a ellas, -tema supremamente interesante-. Lo que deseo plantear es cómo la mujer va tomando importancia a partir de la interpretación, es decir que la floración de nuevos duetos femeninos y solistas que muestran que la mujer toma fuerza en distintos aspectos de la vida del país (la política, el arte, la economía, etc.)
Quisiera empezar mencionando dos duetos femeninos contemporáneos, que desde mi perspectiva muestran el valioso aporte de la mujer en la música andina colombiana, dada su propuesta musical innovadora y su riqueza instrumental y vocal, duetos como Lluvia y Rocío, Las Zurronas y el Dueto Primavera con sus triunfos en los diferentes festivales del país han demostrado que las propuestas musicales femeninas son tan buenas e incluso mejores que muchas propuestas masculinas y que pueden dar un toque especial y específico a la música, lo cual es prueba fehaciente que duetos como los mencionados son la expresión misma que la mujer está en igualdad de condiciones para desarrollarse profesionalmente, lo cual hasta hace unos 20 o 30 años era apenas un proyección.
Pero para que poder llegar hasta estos maravillosos duetos femeninos (por citar solo los tres de los mejores grupos, ya que hay muchísimos más), se ha tenido que pasar por un proceso donde mujeres cómo Beatriz Arellano abrieron el camino, hace más de 25 años, esta prestigiosa solista hizo un dueto importantísimo con el maestro Jaime Llano Gonzales (el hombre que introdujo el órgano eléctrico en la música andina colombiana) lo cual para la época fue algo revolucionario, dado que se hizo una variación fundamental en el esquema tradicional de la música, y lograr ensamblar una voz como la de la señora Arellano y la propuesta musical del maestro Llano generó un cambio fundamental. También hay que mencionar a Niyireth Alarcón que en los 90´s marcó un estilo propio y que en este año ha vuelto aparecer en la escena de la música andina colombianam, en el país, ya que ella estuvo dedicada a difundir nuestra música en el exterior, no en vano grabó un CD en Inglaterra. No se puede dejar de lado el significativo aporte hecho por la maestra Ruth Marulanda, que composiciones en la línea instrumental hizo una gran contribución.
Con este pequeño artículo quiero rendir un pequeño homenaje a las mujeres que continúan haciendo música colombiana tomando un papel activo y transformador, en el cual ya no simplemente son el motivo de inspiración de alegrías y desdichas, sino que son quienes interpretan y componen. Gracias por plantear nuevas formas de hacer música andina colombiana y demostrar que las mujeres están en igualdad de condiciones que el hombre.

¡LARGA VIDA A LA MÚSICA COLOMBIANA Y A LAS MUJERES QUE LA HACEN¡

miércoles, 2 de septiembre de 2009

UN "SABORCITO" QUE ME ENCANTA



Ante la ya repetitiva pregunta que me hacen hoy voy a contar el porqué de mi afición por la música andina colombiana, de una manera sencilla y espero que agradable.
Primero que todo, hay que decir que mi proceso de acercamiento a la música andina colombina empezó hace 11 años aproximadamente, con una canción que aun me estremece, se llama “Reclamo a Dios” este vals compuesto por el Maestro Rodrigo Silva Ramos el cual habla sobre la tragedia de Armero (erupción del volcán nevado del Ruiz) y sin lugar a dudas me incentivo en buscar sobre esta música tan cercana a nuestra realidad y que tenía algo único era hecha en Colombia. Entonces empecé a buscar duetos como Silvia y Villalba, Garzón y Collazos, Los Hermanos Martínez entre otros, después empecé a escuchar algunas propuestas instrumentales más conocidas, y de ahí todo lo que me sonaba a música andina colombiana me empezó a interesar.
Pero la pregunta que podría surgir es ¿Qué tiene la música andina colombiana que no tenga otro género? La respuesta es algo amplia, pero digamos que lo que más me atrajo fue encontrar una música con un “sabor” propio, este sabor no lo sé describir, ya que conozco muy poco de música para hacerlo técnicamente, solo lo explico desde lo emocional, sencillamente porque ese “saborcito” tiene algo me he hace vibrar, pero hay algo que paulatinamente me está pasando, que ese sabor ya me hace falta, lo cual no signifique que descalifique o que no me guste los géneros en los que no me generen esa sensación, solo que la música andina colombiana me produce una emoción que me ha apasionado tanto que hoy me declaro admirador, defensor y casi fanático de la música andina colombiana.
Durante todo este proceso me he encontrado con propuestas musicales y compositores, que me van acercando más y me voy involucrando con nuevas perspectivas de análisis de la música, ya que he logrado trascender del gusto solo por la música, e a ir más allá y analizar algunos contenidos y contextos sociales de algunas tendencias. Gracias a grupos, como Bandola, Dueto Primavera, Dueto Lluvia y Rocío, Los Hermanos Calero, Niyireth Alarcón, Guafa Trío, Ensamble Tríptico y Música para el Pie Izquierdo, entre muchísimos otros y compositores como los maestros José A Morales, Luis Carlos Gonzales, Gustavo Adolfo Rengifo, John Jairo Claro y obviamente la maestra Luz Marina Posada entre otros, a través de sus obras he ido aprendiendo un poco sobre este extenso mundo.
Por todo esto es que soy aficionado a la música andina colombiana, además seguiré siéndolo hasta que no descubra nada nuevo y hasta que ese “saborcito” del tiple, la guitarra y otros instrumentos se acaben o que no me vuelvan a producir sensaciones tan agradables. Entonces ese día regalaré el tiple colgado.