martes, 23 de marzo de 2010

UN VERDADERO MAESTRO

Cuando llegué con mi maleta llena de sueños, dudas y expectativas, un amigo de esos que lentamente se van volviendo de mil batallas, me presentó a un hombre que reposaba en una cama al cual no le podía el rostro por la oscuridad de la habitación, apenas me dijeron “le presento al maestro” abrí los ojos con profunda expectativa, y desde ahí presentí que ese maestro me iba guiar en la compresión del bambuco”.

En mi visita al festival de duetos de Ibagué, conocí personalmente a una persona que le aportó muchísimo a mi proceso de conocimiento de la música andina colombiana, así mismo de poder contar con la compañía de un buen conversador, de la persona que estoy hablando es del Maestro Ancizar Castrillón uno de los compositores contemporáneos de la música andina colombiana más importantes.

¿Pero qué canciones ha compuesto? Preguntarían muchos de mis lectores, son muchísimas pero las más recordadas pueden ser: La Guaca, Mi Tiple Confidente, A Cambio, El Bambuco es Así, por mencionar solo 4, el caso es que la obra del maestro Ancizar, tiene componentes nuevos, historias urbanas, formas de narración diferentes a las tradicionales, es el tipo obra que se ha denominada en muchas ocasiones en este blog, la línea contemporánea de la música andina colombiana, por las posibilidades de transformación en las formas tradicionales del mencionado género musical.

Después de escuchar muchas de las canciones de la autoría del maestro y al conocer un poco de su vida de compositor, me resulta imposible no compararlo con el gran maestro Luis Carlos González, (compositor de La Ruana) -obviamente guardando algunas proporciones de contexto- es que ambos escriben narrando algunas de sus realidades, ya sea al amor, al desamor o al país, también hay una coincidencia que me llama poderosamente la atención es que ambos buscan a músicos para que arreglen melódicamente sus composiciones, en la caso del maestro Ancizar uno de sus grandes acompañantes en composición en los últimos años ha sido el maestro Fernando Salazar con el cual ha compuesto canciones maravillosas como “A Cambio”, “El Bambuco es Así”, “Soy”, y mi favorita “A Nadie”. Y una coincidencia quizás no tan trascendente es que ambos son oriundos del eje Cafetero, el maestro González era Pereirano, y el maestro Castrillón es de la ciudad de Armenia.

Cuando se conversa con el maestro inmediatamente se percibe a una persona que vive por la música andina colombiana, y que así mismo tiene la capacidad de hacer críticas de carácter constructivo y sumamente respetuosas tomando algunos elementos de análisis de lo que pasa actualmente con las personas que califican, las que componen y las que interpretan la música folclórica de la zona andina del país. Y con base en esos argumentos sustenta las críticas.

Quisiera terminar este pequeño tributo a para quien es en mi criterio uno de los mejores compositores contemporáneos en la música andina colombiana, y el más importante autor de la música vocal en el eje cafetero, diciendo que aparte de un gran compositor es una gran persona que se interesa por difundir la música andina colombiana y procura enseñar sobre ella cada que habla con sabiduría al respecto. Con esto quiero darle las gracias maestro por todas sus enseñanzas durante este fin de semana lleno de folclor y nuevas experiencias que usted enriqueció de manera significativa. Mil y mil gracias maestro.

martes, 16 de marzo de 2010

PRÁCTICAS TELEVISIVAS DEPLORABLES

Hoy quiero plantear un tema que hace muchos años me genera malestar con el hecho de solo verlo, es algo que considero una falta de respeto con quien tiene la desafortunada ocasión de observarlo y más aun cuando se tiene conciencia de ello. Estoy hablando de la costumbre que tienen muchísimos grupos musicales de todos los géneros de doblar sus canciones en un programa de televisión.

Debo confesar que el solo hecho de ver a un “cantante” haciendo caras y fingiendo interpretar uno de sus “éxitos” para complacer a su público me produce disgusto, ya que considero que se está engañando al público, así mismo se le está enviando un mensaje parecido a: “como eres medio estúpido te engañamos fingiendo cantar, y tu aun nos sigues”. Aparte de ser estéticamente deplorable, el doblaje de canciones es una falta de respeto para quien está viendo tan patético espectáculo toda vez que el admirador siempre querrá escuchar la voz real de artista, ya que para escuchar solo el audio le bastará con oírlo en una emisora, pero la posibilidad de verlo así sea por televisión merece por lo menos que el artista se esfuerce un poco un cante en vivo así sea un fragmento de una canción.

Resulta imposible hablar de artistas que doblan en televisión sin hablar de que es en mi criterio el mayor promotor de esta reprochable práctica en la televisión colombiana, Jorge Barón, que lleva a sus multitudinarios programas a una serie de artistas a que doblen sus canciones mientras los miles de espectadores de dichos conciertos cantan emocionados pensando que esos ambles cantantes han ido hasta su lejano municipio (en la mayoría de las ocasiones) para interpretarles sus canciones en vivo al calor de agüita, pataditas y una infinidad de comerciales, pero la realidad es diferente y de ahí posiblemente los grandes ingresos económicos que recibe el afamado presentador, productor y dueño de su programa, debido a que debe pagar menos de lo que paga un empresario por desplazar artistas, equipos y técnicos hasta una población.

Aunque no se puede demeritar la labor del señor Barón, ya que le permite a municipios muy lejanos grupos musicales que normalmente no van hasta dichos lugares.

Aun así, ver como tantas personas no se percatan de un engaño de semejantes proporciones es algo triste, y resulta patético ver a un guitarrista haciéndose el que se entrega al público cuando en muchas ocasiones el instrumento está desconectado y ni cables tiene, tal como sucedió hace muchísimos años cuando el Show de las Estrellas de hacía en un estudio, y llevaron a la agrupación española Hombres G que en ese momento estaban en el punto más alto de su popularidad en Colombia.

El caso de Jorge Barón es solo uno y que de alguna manera para algunos puede ser defendido, pero lo que me resulta inadmisible es ver en programas grabados o realizados en vivo que tienen todas las posibilidades que los músicos interpreten sus canciones en directo, ver los vergonzosos doblajes que cualquier persona puede percibir.

Para terminar no deseo dejar conclusión alguna, sino abrir un debate, con la siguiente pregunta: ¿Quiénes deciden que se haga el doblaje de las canciones, los productores de televisión o los mismos músicos para ocultar algunos de sus defectos de interpretación?

martes, 9 de marzo de 2010

MÚSICA JÓVEN

Hace casi tres años cuando empecé a viajar por algunos de los festivales del país, me llamó supremamente la atención la poca asistencia de jóvenes a dichos festivales, mientras que los músicos que están haciendo música andina colombiana es gente joven, entonces me suscitó una serie de cuestionamientos que hoy espero que sean ampliados porque hallar respuestas concretas me es imposible.

Nunca olvido la imagen que tuve la primera vez que fui al Concurso Nacional del Bambuco Luis Carlos González en Pereira en el año 2007, una cantidad de señores y señoras de 45 años hacia arriba mientras que los jóvenes que asistíamos como espectadores nos podíamos contar en la palma de la mano, pero cuando vi a los intérpretes era en su gran mayoría gente joven, lo cual marcaba un contraste inmenso entre quienes hacían la música y quienes la escuchábamos, entonces desde ese día me vengo cuestionando sobre el porqué de dicho contraste.

Se podría plantear que el problema reside (como muchas veces se ha dicho aquí) en la difusión, también se podría acusar al enclaustramiento de los festivales y de emisoras culturales que sufre la música andina colombiana, así mismo a la falta de una políticas públicas trabajen por la construcción cultural del país, a partir de la promoción de sus representaciones culturales, así mismo, se podrían formular cientos de causas del porqué del reducido número de jóvenes que escuchan la música de la zona andina del país comparativamente hablando con las músicas de otras regiones como el caso del vallenato.

Pero el punto no es hacer críticas inertes sobre lo que no se tiene poder para transformar, sino preocuparse por demostrar que la música andina colombiana si puede ser de pertinencia y del gusto de personas de todas las edades y no como muchos erróneamente piensan que esta forma musical es solo para “viejitos”.

Cuando se escuchan propuestas musicales como las de Septófono, Niyireth Alarcón, Voz con Dos, Luz Marina Posada, Música para El Pie Izquierdo, Oí, Lluvia y Rocío, Tama, entre muchísimas propuestas más, se encuentra que se ha generado un nuevo discurso urbano, donde se narran historias en las que cualquier persona se puede ver reflejado, cosa que no pasa con las propuestas musicales de duetos de 50 años atrás, donde se hablaba casi siempre desde un contexto rural, el cual en su época era el predominante, pero hoy cuando han cambiando algunos de esos contextos –sin demeritar lo rural del país- las transformaciones a un mediano pensamiento urbano también se están planteado en los ritmos autóctonos, de allí que lo que se hace en música andina colombiana no sea necesariamente para adultos mayores.

Las nuevas narrativas, los nuevos contenidos musicales y el innegable aumento en la calidad, hacen que la música andina colombiana sea una propuesta para gente joven. Por eso la invitación que hoy les hago desde aquí es a conocer nuestras propuestas para que algún día la gente deje de asombrarse porque a alguien menor de 40 años se confiese admirador y fiel promotor de la música andina colombiana.

sábado, 6 de marzo de 2010

LA IMPORTANCIA DEL MAESTRO VILLAMIL

Resulta imposible no escribir esta semana sobre uno de los compositores que más le aportó a la música andina colombiana, cómo es el caso del maestro Jorge Villamil. Pero no quiero hacerle un homenaje póstumo sobre su vida y obra, sino que quiero hablar de la influencia de la obra del maestro para todos los que en algún momento hemos escuchado música andina colombiana.

Por ejemplo una canción como El Barcino despierta la atención de quien la escucha no solo por su pegajoso ritmo sino por la frase que dice: “Con Tiro Fijo cruzó senderos” ya que el hecho de nombrar a quien fue el guerrillero más viejo del mundo y que no hay colombiano que no sepa quién es, motiva a escuchar atentamente la canción toda vez que se trasciende de una la historia simple de un toro bravo a plantear una relación con el problema político del país. Este tipo de canciones a muchos invita a conocer más sobre la música andina colombiana para seguir encontrando este tipo de letras.

Otra canción que sin lugar a dudas hace parte del repertorio musical colombiano es Los Guaduales, que incluso ha sido motivo de chistes lo cual es prueba fehaciente que muchísimas personas la conocen, y canciones como Oropel que representan una crítica a la sociedad y de la cual se han hecho múltiples versiones, como la interpretación de la cantante Soraya entre muchísimas más, pero personalmente la versión que más me gusta es la versión que hiciera el dueto las Zurronas a capela donde se le dio un toque especial e innovador a un vals tan tradicional y por estos días tan recordado por la muerte del maestro, lastimosamente esta versión no se encuentra en video hay una grabación en la recopilación 100 Canciones del Festival Mono Núñez.

Volviendo a la obra del maestro Jorge Villamil, su importancia aparte de la calidad en su forma de componer que ya se hablado y escrito bastante por estos días, es que para muchos esa misma obra abrió los caminos de la música andina colombiana, y de esta manera conocer más sobre el folclor musical del país especialmente de la zona andina.

Pero lo más importante de este tipo de obras es que sean superadas para que la música avance en estilos de composición y en historias que se narran, lo cual no hace necesariamente que se olvide propuestas musicales como las del maestro Villamil sino que tomen más valor pero como bases para quien inicia en la música, ya sea desde lo eminente musical, desde el análisis o simplemente para los que solo escuchan, porque si se queda en el estilos como los del maestro, la música andina colombiana se estancaría hasta llegar a la desaparición. Y así como en este momento hablamos del valor de propuestas musicales contemporáneas de compositores como las de Ancizar Castrillón, Luz Marina Posada, Fernando Salazar Wagner, entre tantos otros, y en algún momento ellos también deben ser superados más no olvidados, para que continúe el crecimiento de la música andina colombiana, no creo que sea bueno que ninguna propuesta musical o compositor se momifique en la historia y que no se vea más allá de un autor o una propuesta ya que no se puede pretender que el arte permanezca inmóvil como un fósil y menos con una forma de arte como la música que tiene sin lugar a dudas la mayor cercanía con las grandes masas.

Por todo lo anterior es que la obra del maestro Jorge Villamil debe ser reconocida como una de las cimentadoras de la música andina colombiana del siglo XX, pero así mismo con todo el respeto que merece la obra del gran maestro debe ser superada para entenderla no cómo una reseña simplemente, sino como una de las representantes de una tendencia musical que el país tuvo que propició la internacionalización la música andina colombiana en la segunda mitad del siglo pasado.

Por siempre, gracias al maestro¡