Hoy quiero plantear un tema algo espinoso y que pudiera generar controversia aunque el objetivo no será ese, el fin es hacer análisis de algunas manifestaciones de ciertos géneros de las músicas colombianas.
Recuerdo que hace tres años cuando fui por primera vez al Festival Mono Núñez me llamaba mucho la atención como muchos de los asistentes al festival de la plaza (evento de asistencia libre en la plaza del pueblo, donde todos los grupos que asisten al festival tocan para el público allí agolpado) bailaban con gran destreza la muisca del sur del país, ritmos como sayas, bambucos sureños, sanjuanitos, entre otros, pero un año después este auge se disminuyó notablemente, pero a su vez surgió un interés por la propuesta musical del pacífico colombiano, entonces era fácil ver bailar a muchos de esos asistentes que antes bailaban la música del sur, ahora gozaban con Currulaos, Bundes y otros ritmos de la costa pacífica.
Esto me lleva a pensar en la posibilidad que esto sea cuestión de moda, por lo efímero del interés, además si se analiza el furor en que el que está la música del pacífico a partir de propuestas como las de Chocquibtown o festivales como el Petronio Álvarez que en el presente año logró una participación de público no solo afrodecendiente multitudinaria, interés que no se había generado antes y de un momento a otro muchas personas despertaron su encanto por esta zona del país y por sus manifestaciones culturales. Una de las posibles explicaciones para dicho fenómeno es que en los últimos años se ha construido el concepto de afrocolombianidad desde la igualdad, lo cual ha generado que la música del pacífico sea interpretada y bailada no solo por gente de esa zona sino por gente de todo el país, lo cual es supremamente valioso y necesario para el folclor del país, pero lo importante es que sea algo que perdure que realmente se sostenga en el tiempo y que no pase como el auge de la música del sur del país, que la “fiebre” duro unos 6 años aproximadamente.
Hay algo que tiene a favor la música del pacífico sobre otros géneros folclóricos, que sus ritmos dan la facilidad de bailar lo cual ayuda al proceso de masificación popular por medio de la difusión en los medios de comunicación más fuertes, toda vez que es innegable que la música que se puede bailar tiene más acogida que la que es un poco más difícil de hacerlo, es más, de esta manera fue que el vallenato tuvo la aceptación en la zona andina colombiana, toda vez que propuestas musicales como las de Carlos Vives acercaron las formas de bailar propias de la costa atlántica al interior del país. Y lo mismo está sucediendo en la actualidad en el auge de la música del pacífico ya que el ritmo “pegajoso” que invita a bailar ayuda despertar el interés por ese tipo de propuestas musicales.
Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿Cuándo será el periodo de auge de la música andina colombiana? O ¿Será que ya pasó, fue la que algunos llaman “La Edad de Oro”, la de los años 50? La época de Silvia y Villalba, Garzón y Collazos y los Hermanos Martínez, porque si es así es necesario hacer una difusión lo suficientemente masiva para mostrar que hace mucho tiempo se pasó de esa época, y que sin lugar a dudas hoy en día se hay propuestas muchísimo mejores que en “La Edad de Oro”, sin decir que esa época fue mala, sino que la música andina ha avanzado instrumental y vocalmente lo cual es necesario mostrar, ya que se están haciendo propuestas que responden a la realidad urbana del país, tomando en cuenta obviamente algunos de los aspectos más relevantes del campo colombiano.
Entonces, que interesante es ver que las músicas colombianas se están difundiendo a través de diferentes formas explotando sus potencialidades, pero es importante sostener dicha difusión no solo por moda sino por mostrar las representaciones culturales actualizadas que responden a los cambios del país, para intentar que se deje de ver el folclor autóctono como lo antiguo y que solo trae remembranzas de un pasado que no volverá, no, es necesario entender el folclor desde sus transformaciones contemporáneas.
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