lunes, 25 de enero de 2010

EN DEFENSA DE LA TROVA

Hace poco escuchaba a un sociólogo hablar en términos despectivos de la trova paisa, lo cual me dejó algo molesto porque soy admirador de este tipo forma musical rimada y picaresca no solo por su sonoridad musical sino por su valor cultural.


Es que la trova es más que unos versos rimados que buscan ser picarescos y despertar risa en quien los escucha, es una construcción cultural que representa una identidad, y que todas las culturas del mundo las tienen, en el caso de Colombia todas las regiones cuentan con este tipo de expresiones culturales, ya sea la Piquería del vallenato, el Contrapunteo de los Llanos Orientales o el Rajaleñas del Huila, solo por mencionar tres ejemplos representativos. La trova paisa al igual que las otras expresiones también narran historias, enriquecen la cultura y son una manifestación autóctona que hay que respetar, promover y conservar.

Quien hace las críticas a la trova normalmente es porque nunca ha disfrutado de un campeonato de la trova, donde se pone a prueba al trovador toda su capacidad de improvisación y capacidad de hacer juegos de palabras que permitan rimar las palabras más complejas, lo cual le da un alto nivel y permite que quienes escuchen aprecien la dificultad de trovar.

Los reparos a la trova se dan cuando se escuchan a los trovadores que hacen uso permanente de groserías, trovas preparadas, y burlas de mal gusto a quienes los escuchan, desafortunadamente muchas personas solo han visto este tipo de trova y con razón hacen sus críticas toda vez que este dicha forma de trovar no enseña a valorar la expresión cultural, sino por el contrario genera una visión errada de las cualidades musicales y culturales de la trova como tal.

El origen de la mencionada forma musical rimada no tiene un sitio específico, algunos la atribuyen en algún municipio antioqueño, aunque hoy en día hay más de 100 estilos de trovar. Pero sin lugar a dudas los sitios que más la enriquecieron fueron las denominadas Fondas de Arriería fundamentales en los procesos de colonización antioqueña y de arriería, dichos sitios eran puntos de socialización por parte de arrieros y colonizadores donde se contaban historias, chistes y hasta de política de hablaba en ritmo de trova al calor de unos aguardientes, esto se configuró una alegre forma musical con muchos elementos de identidad propia como el uso del tiple, -porque hay que decir que siempre sonará mejor un tiple que una guitarra a la hora de trovar-

La gran diferencia con las otras formas de rimar hechas en el país y la trova, reside en la riqueza del juego de palabras para componer, lo cual no todas las formas de rima la tienen, como es el caso del contrapunteo de los llanos orientales donde se desarrolló más la velocidad que la capacidad de intercambiar palabras, lo cual también es loable toda vez que la velocidad de los versos obliga al intérprete a ser muy creativo cuando improvisa pero siempre con una misma terminación, y en el caso del Rajaleñas del Huila ya es demasiado lento (para algunos) y con una pausa entre el segundo y el tercer verso, lo cual hace mucho más fácil rimar, lo interesante de la trova paisa está en que tiene un ritmo ni muy lento ni muy rápido donde los juegos de palabras son primordiales para darle el nivel al trovador.

Por todo lo anterior invito a quienes consideran a la trova como una expresión burda y falta de inteligencia, que visiten un festival o un concurso para que encuentren allí el verdadero sentido y el arte de trovar.

jueves, 21 de enero de 2010

DE LA CARRILERA A LA MÚSICA POPULAR


Quisiera empezar este nuevo año del Tiple Colgado tratando de plantear el que considero un cambio negativo en una forma musical colombiana, esto se sustenta en la pregunta: ¿En qué momento la música carrilera o montañera se convirtió en música popular?


Para algunos cuando escuchan las hermanitas Calle o a Octavio Meza creen estar escuchando música popular, lo cual es falso, ya que si se compara la música de Octavio Meza y la de Johnny Rivera o Giovanni Ayala hay diferencias abismales no solo en el ritmo y las letras sino en los temas que aborda, toda vez que la obra del maestro Meza con su lenguaje soez pero legitimado por el estilo del autor plantea diferentes temáticas, como por ejemplo “El Jornalero” que no es más que una queja de un trabajador a la explotación laboral. Mientras que la música popular como se ha dicho en este blog en infinitas ocasiones es tediosamente monotemática.

También hay que hacer alusión que la construcción musical varía, aunque hayan puntos de encuentro en algunos temas cómo el despecho y algunos rasgos campesinos, la forma musical de la música de carrilera tiene una identidad propia sustentada en experiencias rurales de ensayar con los instrumentos y que no buscan parecerse a nadie, mientras que la música popular solo trata parecerse (pero en la forma más burda) a la música mexicana y trata de añadirle a esto la figura contemporánea de un vaquero urbano tomador de whisky.

Volviendo a las comparaciones en las letras, si bien canciones como “La Cuchilla” contienen un lenguaje agresivo para expresar el desamor, son diferentes a las ideas enunciadas en la música popular toda vez que no hay una innovación entre grupo y grupo es decir, que todas las letras parecen ser iguales, por lo menos canciones como la cuchilla llama la atención de quien la escucha, lo mismo pasa con la obra de Octavio Meza, porque son una variación dentro del género de la música carrilera, pero la música popular no brinda la más mínima posibilidad de sorprender con una letra que cambie algunas formas de escribir.

Hasta el momento hemos señalado los puntos de separación entre ambos géneros musicales y no se ha esbozado en qué momento se unieron. Ahora bien, el punto de unificación podría estar en la propuesta musical de Darío Gómez, Luis Alberto Posada y “El Charrito Negro” entre otros, quienes quisieron hacer una especie de “ranchera” propia, después de haber hecho música carrilera en sus inicios, tal es el caso de Darío Gómez cuando tocaba con el grupo que lo dio a conocer, Los Legendarios.

Pero la explicación al mencionado cambio está en la necesidad de expandir la propuesta musical, toda vez que la música carrilera era sólida solo en la región de Antioquia y el Eje Cafetero, pero al buscar acercarla a la ranchera que tiene mucho más acogida en todo el país se les abriría el mercado como efectivamente les sucedió. Pero allí radica lo cuestionable, es que por vender se deterioró la calidad y la originalidad de la música carrilera, como ha pasado con tantas propuestas musicales como por ejemplo el pop que solo tiene una visión musical sin tener en cuenta calidad de interpretación y menos musical.

Con todo el crecimiento de la música popular se ha aumentado el deterioro vocal y musical de dicho género que en sus inicio podría tener cosas que aportar, pero en el actual apogeo solo ha mejorado las ventas y ha disminuido cada vez más la calidad hasta el punto de ser solo una mismo molde igual donde solo cambian las voces (pero no la calidad de las mismas) y la música pareciera ser una pista igual para todas.