Después de cada festival Mono Núñez, siempre quedan
muchas conclusiones, situaciones, temas para el debate, propuestas musicales
llamativas y nuevos trabajos discográficos en el mercado. Pues bien, es por eso
que las próximas entradas de este blog estarán dedicadas a algunos de esos
elementos que surgen en el festival más importante de Música Andina Colombiana (MAC).
Quiero empezar mis percepciones sobre el “Mono” con la
descripción de algo que es uno de los aspectos que más me llama la atención de
vivir un Mono Núñez y no tiene que ver nada con lo musical en competencia, es algo
más emocional, pero que se siente en cada rincón de Ginebra – Valle, es el
ambiente fraterno que se vive en quienes asisten a los mismos espacios durante
3 días (conciertos dialogados, la tienda del mono, coliseo Gerardo Arellano, entre
tantos otros). Resulta curioso que todos se saludan, todos hablan de casi los
mismos temas, los debates son los mismos, por eso al estar todos en la misma
tónica, todos son amigos.
Así mismo, el reencontrarse cada año con esos amigos que
solo se encuentra uno en ese tipo de festivales, compone un elemento
fundamental para disfrutar el Mono Núñez íntegramente. Porque el ejercicio de
hablar de los favoritos, de los ganadores de otros festivales de tantas cosas
que tiene este mundo de la MAC, se vuelve casi un ritual en cada festival y en
el Mono Núñez si intensifica por ser el más esperado, por ser el punto de
encuentro por excelencia.
Los vínculos emocionales que se crean en el Festival Mono
Núñez son fraternos, porque al ser un punto de encuentro de tantas personas que
aman la MAC genera un ambiente especial. Además, que es el escenario propicio
para hallar a intérpretes, compositores y público juntos, que en pocos géneros musicales
tienen esa oportunidad de compartir un mismo espacio y dialogar frente a
frente, lo que en la MAC es muy común, pero en el Mono Núñez hay más espacios
para dialogo entre los tres agentes dinamizadores de la música tradicional de
la región andina de Colombia.
Es por todo lo anterior que el Festival de Música Andina
Colombiana Mono Núñez, es más concurso de música folclórica, sino que es un tiempo
de amigos, tanto para reencontrarse con unos, como para hacer otros nuevos. Es por
eso es que esta entrada está especialmente a todos mis amigos de festivales, a
aquellos con los que nos encontramos cada año y también a los que conocí en
este año y por su puesto a los que me falta conocer.
Alguien una vez me dijo que “Cualquier excusa es buena
para hacer amigos” pero yo le agregaré: “y si es con música andina colombiana,
aun mejor”
*Foto de Diego Fernando Tabares
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