miércoles, 28 de marzo de 2012

SOBRE LAS COLECCIONES MUSICALES


En los últimos días he podido dialogar con auténticos melómanos, que tienen en su poder unas inmensas colecciones de música las cuales no solo admiro sino que envidio por su cantidad y calidad. Al ver estas colecciones me surge una pregunta que aun no logro resolver completamente y que espero poder disertar en estos renglones; la pregunta es compleja por lo sencilla ¿Para qué tener colecciones de música?

Quiero empezar por decir que las colecciones no son simplemente un ejercicio de avaricia musical, por el contrario, para optar por hacer una colección de músicas en necesario tener una vocación casi arqueológica por muchos ritmos musicales, interpretes, compositores y versiones de una misma pieza. De ahí que las únicas personas que realmente tienen colecciones organizadas metódicamente son los melómanos y melómanas, personajes con una disposición para recolectar y seleccionar la música que muy pocos tienen. Por lo cual ser melómano es ir más allá del gusto por “toda la música” sino tener la capacidad de estar en una búsqueda inagotable de nuevas músicas e interpretaciones.

Desde una perspectiva eminente personal, considero que las colecciones musicales deben tener un fin para no quedarse como tesoros perdidos en propiedad de unos pocos, creo que las estas son para socializarlas y compartirlas de alguna forma para que puedan generar conocimiento a otras personas, o por lo menos que permitan a más gente tener acceso a la historia implícita que se encuentra en la música.

También creo que las colecciones musicales son para difundirlas no solo entre otros coleccionistas y melómanos, sino también con personas que deseen saber y tener acceso a músicas que se encuentran ocultas en las mencionadas colecciones.

Tener una colección musical seria organizada permite conocer la identidad los pueblos, también es una forma de reconocer características comunes en distintas músicas especialmente las populares. De ahí la importancia y necesidad de compartirlas para darles un valor agregado como forma de acceso al conocimiento.

Por todo lo anterior, es que admiro a los melómanos por su capacidad metódica de ver y ordenar la música y elogio especialmente a quienes comparten al mundo sus colecciones, por reconocer la necesidad de permitir construir conocimiento con la música del mundo. A todas esas personas va toda mi admiración y respeto por su forma de vivir la música.

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