Estar durante tres días compartiendo en el Primer
Congreso De La Música Andina Colombiana me han dejado unas inquietudes,
perspectivas y conclusiones que hoy pretendo compartir en esta entrada.
Para iniciar, deseo reconocer la importancia de un
espacio académico donde la Música Andina Colombiana (MAC) se repiense, revise y
reconozca como una construcción cultural del país, en la cual cabe el aporte de
distintas disciplinas para hacer una lectura diversa de un género musical. Dentro
de ese proceso de repensarse, es fundamental la crítica constructiva sobre las
debilidades y conceptos que a lo largo de la historia se han elaborado, y que muchos
de ellos necesitan una revisión desde los cambios socioculturales contemporáneos.
Y el congreso de MAC permitió ese tipo de críticas, debido a que dan pie para
que en un proceso más largo se generen cambios en muchos aspectos que a la luz
de una revisión interdisciplinar resultan conflictivos.
Así mismo, el congreso fue la oportunidad de revisar las
distintas poéticas de la MAC, porque sin duda, una de sus grandes fortalezas es
la diversidad. Y poder escuchar a compositores como los maestros Jorge Velosa,
Gustavo Adolfo Rengifo, Luis Fernando Hermida, o Luz Marina Posada le
permitieron a los participantes ver distintas posibilidades de escritura y
composición que a un intérprete le
resulta fundamental para su proceso de avance dentro de la MAC.
Fueron muchos los aspectos dentro del congreso que llaman
la atención por su pertinencia para la actualidad de la MAC (Producción,
investigación social, difusión, entre otros) pero sin duda, el elemento más
valioso de un espacio como este, es la socialización que se da entre
participantes, organizadores y conferencistas donde se empiezan a tejer redes
de información interdisciplinar que son la oportunidad para seguir construyendo
un género musical muy representativo en la historia de la Nación.
Para concluir, quiero exaltar que el Primer Congreso de Música
Andina Colombiana abrió las puertas para continuar una reflexión más allá de
los festivales, dado que quedaron temas por tratar y temas por discutir, porque
el debate que se presentó fue la formalización a nivel académico de muchos comentarios
que se presentaban en conversaciones casuales que por años solo se presentaban en los
pasillos de los festivales y concursos de MAC, pero que nunca habían sido
estructurados y puestos en un escenario común.
Por todo lo anterior, celebro el éxito en todos los
aspectos del Congreso de Música Andina Colombiana, porque se cumplió no solo
con una necesidad sino con un sueño de los diferentes actores que tiene la
música tradicional de la región andina colombiana.
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