Sin lugar a dudas a la hora de hablar de cualquiera de las
músicas colombianas a partir del concepto de música tradicional o de una
tradición cultural, se encuentran posturas tan diversas como las músicas mismas.
Sobre una de esas posturas que como sociólogo y amante de la Música Andina
Colombiana (MAC) me preocupa porque percibo que dividen, juzgan y niegan otras
posturas igualmente valiosas, deseo escribir hoy, y a la vez abrir la
posibilidad de un debate sano, sin visceralidades, ni ataques personales, que
nos permitan dialogar alrededor de un tema que a todas luces es apasionante.
Antes de continuar, quisiera dejar claro que es la música
tradicional desde un concepto sencillo y algo escueto para tener un punto de
partida general: La música tradicional o música folclórica es la música que se transmite de
generación en generación por vía oral (y hoy día también de manera académica)
como una parte más de los valores y de la cultura de un pueblo. (Definición encontrada en Wikipedia). Tomando
como base que la tradición es en sí misma es una construcción cultural, social
y política, la música es la representación evidente de dicha construcción porque
tiene elementos contextuales que dan a entender en qué momento histórico fue
hecha. Mis apreciaciones de hoy no están ligadas al campo musical (sobre el
cual no tengo conocimientos técnicos)
La postura que he venido observando en algunos conocedores
de la MAC, incluso en músicos con amplia trayectoria, es que parece que
entienden que la música tradicional es estática, porque argumentan que se debe
componer e interpretar de una X o Y manera. Realizan fuertes críticas a las
tendencias contemporáneas acusándolas como “eso no es música andina colombiana”.
Lo cual si entendemos la música como expresión cultural, que va de la mano con
los cambios sociales de cada país resulta ser una postura anacrónica y desconocedora
de la profundidad social de esta. No se puede pretender que la música se interprete igual que décadas atrás. Así hayan
elementos eminentemente musicales que tienen que ser precisos, tampoco puede
llenarse la música tradicional de elementos inamovibles e innegociables. Porque
esto conllevaría a que no se puedan realizar nuevos proyectos, nuevas
propuestas y formas diferentes de hacer e interpretar la MAC. Ya que no pueden
salirse de un esquema que hay que repetir desde años atrás.
Creo que por visiones de este tipo es que en muchas emisoras
la MAC sigue sonando solo en horarios de madrugada, porque aún se tiene en el
imaginario de programadores y directores de emisoras que es una música para
campesinos o para adultos mayores únicamente. De hecho, en este momento creo
que en el campo ya es escuchan otro tipo de músicas. También considero que el imaginar
la música tradicional de la región andina colombiana como algo particular de
una época determinada o con ciertas ínfulas de élites y minorías privilegiadas ha
generado que para acceder a esta música hay que ir a festivales (en los cuales
hay algunos son los primeros promotores de la visión anacrónica y congelada de
lo andino) del género porque en otros espacios no se consigue.
La MAC es una tradición en construcción permanente y por
fortuna siempre inconclusa, que tiene cosas muy valiosas hechas desde
principios del siglo XX, como en la época de oro de los 50, asimismo en la
explosión de tendencias de los 90 y también con lo que hoy se hace que da
cuenta de un mundo abierto a múltiples tendencias sociales a las que la música
no escapa. Las músicas en cualquier parte del mundo siempre han ido de la mano
de lo que sucede en su contexto. Por eso mismo están en permanente evolución y
búsqueda. Por esto la música andina colombiana debe seguir reproduciendo el
contexto cultural y social en el que se encuentra.
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