sábado, 15 de diciembre de 2012

Y HOY, ¿CÓMO SE BAILA LA MAC?


Hoy quiero plantear un aspecto con una de las divisiones del folclor que me genera cuestionamientos y críticas. Es el caso de las personas que bailan músicas colombianas, especialmente la de la zona andina colombiana, ya que hay algunos elementos que me llaman la atención por su descontexialización si se le compara con la realidad la interpretación y composición de la MAC (Música Andina Colombiana). Antes que nada, quiero advertir que la crítica respetuosa que pretendo realizar es con base a lo que yo he visto, quizás haya otro tipo de proyecciones sobre el tema, pero las desconozco, por eso este ejercicio subjetivo de escritura está sustentado que mis percepciones personales.

¿Pero a qué me refiero a la “descontexialización”?. Hago mención específicamente a los atuendos que usan para bailar. Desde hace unos años noto que son atuendos que no corresponden ni siquiera a la realidad del contexto rural que pretenden simular, porque nuestros campesinos ya no utilizan faldas grandes, ni pañuelos en el cuello y mucho menos alpargatas entre otras prendas que se muestran en algunas danzas. Si bien es importante recordar ciertas dinámicas ruarles, como ejercicio de memoria histórica desde el arte,  pero considero que también es necesario actualizar ciertos discursos y no pensar siempre en rescatar y proteger, también hay que disponerse más para proponer, crear y seguir construyendo la historia de la MAC como el campo puramente musical lo viene haciendo. 

El aspecto que más preocupa de las danzas de la zona andina colombiana es que se les olvidó enseñarnos a bailar la MAC hoy, cosas que otras músicas colombianas si han hecho, por ejemplo: si en una discoteca suena cumbia la gente sabe más o menos cómo bailarla, lo mismo con algunos aires musicales del pacífico, pero en cambio si sonara un pasillo “volia’o” o un bambuco fiestero nadie sabría qué hacer, porque todos pensarían en un montón de atuendos que en una ciudad nadie usa. De ahí mi preocupación porque se actualicen las formas de danzar la MAC y no solo en términos técnicos como lo han avanzado los bailarines profesionales, sino en vestidos donde las personas se den cuenta que la música de la región andina se puede bailar de cualquier forma, y no hay que ser especialista o tener pomposos vestidos y múltiples accesorios para bailar una música que nos pertenece, que la hemos construido a la largo de la historia. 

La pregunta que alguien puede hacerse es ¿Para qué bailar la MAC en discotecas o fiestas? Es para cambiar ese imaginario dañino que existe en gran parte de la población colombiana que es “la música colombiana es música de viejjitos” y ver a bailarines de atuendos lejanos a la realidad lo que hace es ratificar algo que le hace mucho daño a la difusión de la actualidad de la MAC. Además que es necesario aprender a bailar nuestra música andina colombiana para apropiarnos más de lo nuestro, que pareciera estar olvidado.

Como conclusión, quiero hacer un llamado respetuoso a los bailarines y bailarinas de MAC para que nos enseñen a bailar desde atuendos contemporáneos, esto nos ayudaría a conocer realmente nuestras músicas y descubrir que el cuerpo también puede expresar el sentimiento desde lo andino.

miércoles, 17 de octubre de 2012

NUEVA GENERACIÓN DE INTÉRPRETES


Aunque el año de festivales de Música Andina Colombiana (MAC) no haya acabado, (por fortuna aun quedan algunos festivales y concursos por disfrutar) hoy quiero compartir algo que he notando de forma reiterativa durante este año. Pretendo conversar sobre la nueva generación de intérpretes que se está en auge y que lentamente está reemplazando una gran época de intérpretes de MAC.

Esta nueva generación de intérpretes tanto vocales como instrumentales, es un grupo muy joven la gran mayoría estudiantes universitarios incluso hay algunos que aun están en el colegio, lo cual es muy gratificante por cuanto se evidencia que las propuestas de la MAC no son un futuro sino que son un presente en construcción permanente. Es muy agradable ver a estos jóvenes intérpretes con una alta calidad interpretativa, estudiosos de este apasionante género, conocedores del pasado y del presente, y que disfrutan interpretar los ritmos de la región andina.

Esta generación de intérpretes está reemplazando a un caudal de intérpretes que hicieron mucho por la MAC, ya que dejaron una huella imborrable para la historia de los ritmos de la región andina colombiana. La tarea de estos nuevos miembros de la historia de la MAC es continuar con todo lo que se ha construido y obviamente ellos mismos dar su aporte, para que este género musical siga subiendo de nivel para que continúe contando la realidad colombiana en todos sus aspectos.

Quiero aclarar que en la MAC al igual que en muchas otras músicas que se construyen con el tiempo, son muchas las generaciones que van superando a otras, lo importante que cada una deja una huella para la historia por medio de lo que hizo en su contexto. Y lo que se ha construido en nuestra música andina colombiana es muy valioso y esta nueva generación es consciente de ello y creo que de ahí nace sin duda una de sus motivaciones para aportar al desarrollo de la MAC. Desean continuar con ese progreso de las músicas colombianas aportando lo que los distintos espacios de socialización les permiten implementar para sus interpretaciones. Y creo que ahí reside el gran valor de cada generación que se enfrenta a la música de la región andina colombiana, porque construyen desde su contexto, desde lo que el mundo actual les propone para continuar con una expresión cultural que sencillamente ha narrado la historia del país y que hasta hoy lo sigue haciendo por medio de estos jóvenes convencidos de la MAC.

Como conclusión, puedo decir que veo con esperanza un cambio generacional prometedor, que alimenta los sueños de ver una MAC cada vez más reconocida en distintos ámbitos (académicos, populares, entre otros) y con la misión de seguir con un legado que no ha hecho más que musicalizar la realidad del país.

miércoles, 10 de octubre de 2012

CHICORAL, MÁS QUE MÚSICA, PROYECCIÓN SOCIAL


Hoy quiero compartirles mis impresiones sobre un trabajo discográfico de un grupo de MAC (Música Andina Colombiana) que detrás de una propuesta musical tiene todo un componente de integración social y trabajo comunitario bastante valioso. Estoy haciendo referencia al grupo de la Escuela de Música de Chicoral. (Chicoral, es una vereda del municipio de La Cumbre en el departamento del Valle del Cauca). 

Deseo iniciar contando que este grupo lo conozco desde hace un par de años por la participación en algunos de los festivales de MAC, donde cada vez van ganando más prestigio por sus interpretaciones, una de ellas es esta hermosísima versión del pasillo Me llevarás en Ti, compuesto por el maestro Villamil (http://www.youtube.com/watch?v=DGUa29rDtcs)  la cual, es en mi criterio la mejor que he escuchado por la riqueza musical y estilo particular que le imprimió este grupo de talentosos jóvenes.

Al principio mencionaba que detrás de este grupo hay un componente de trabajo comunitario. Pues bien, este grupo de jóvenes resultaron interpretando los ritmos andinos porque en la vereda Chicoral hay una empresa de Té, que como parte de su responsabilidad social, de la mano de otras instituciones y personas apoyan a una escuela de formación musical. Hasta ahí no hay nada de diferente, ya que son muchas las empresas y personas que financian grupos de formación artística. Lo que hace diferente al grupo de la vereda Chicoral, es que el proyecto fue más allá de enseñar sino que los proyectó, ya que gracias a la dirección musical del maestro Fernando Salazar Wagner, quien por su amplia experiencia en festivales de MAC, formó un grupo de jóvenes pertenecientes a la escuela y los dirigió de manera tal que iniciaran a participar en festivales y concursos de MAC, y como fruto de ello, el grupo obtuvieron el premio al mejor grupo mixto vocal en el pasado Festival del Pasillo Colombiano en Aguadas – Caldas, y el gran premio en el festival Antioquia le Canta a Colombia, esos son solo los más recientes de muchos que han ganado en los últimos años.

Como análisis del trabajo discográfico puedo decir que es un trabajo bien hecho, con una selección musical variada dentro del repertorio tradicional y contemporáneo de la MAC lo cual permite apreciar la versatilidad de este grupo de jóvenes, así mismo, es muy claro que han hecho un proceso de formación con los ritmos musicales tradicionales de la región andina colombiana. Pero lo que más me gusta más allá de lo musical, es el proceso de proyección comunitaria y la utilización la MAC como herramienta para mostrar otro tipo de realidades a jóvenes de zonas rurales. Eso me parece lo más importante, porque evidencia que con la música andina colombiana si se pueden vincular procesos sociales que abarcan más que la formación puramente musical. 

Por todo lo anterior, celebro y recomiendo la producción discográfica de la Escuela de Música de Chicoral gracias a todos los componentes sociales, culturales y musicales que tiene implícitos. Espero que sigan construyendo desde su realidad la historia de la MAC. 

domingo, 8 de julio de 2012

MÁS PROCESOS, MENOS SORPRESAS


Después de un mes exacto haber pasado el festival Mono Núñez aun se leen por ahí críticas, posturas y divergencias por lo sucedido en la que sin duda será una edición muy recordada por su alto nivel. Pues bien, sin querer entrar directamente en los temas planteados en blogs, correos electrónicos y redes sociales, quiero expresar lo que pienso desde una postura eminentemente personal y subjetiva sobre un concepto que atraviesa las discusiones generadas pero por lo que he leído pocos han hablado de ello, el tema es la necesidad de procesos de formación dentro de la MAC (Música Andina Colombiana) procesos desde lo autóctono, desde la formación de intérpretes y sobre el proceso mismo que debe tener el festival de música tradicional más importe de la región andina colombiana.

Pero, ¿Qué significa hacer procesos de formación en la MAC? Esto significa ser menos mediáticos y analizar más la historia reciente de nuestra música, es decir, valorar más los intérpretes y compositores que vienen haciendo una carrera musical dentro de la MAC por medio de distintos festivales y concursos. 

Comprendo que es inevitable sorprenderse y hasta emocionarse con ciertas propuestas nuevas pero también comprendo que es necesario ir más allá de la emoción, porque hay gente que viene trabajando y avanzando que vale la pena ponerles más atención.  Además que ver los procesos en el fondo resulta aun más emocionante que ver a quienes empiezan.
Con respecto a lo más tradicional, también se hace necesario ir más allá de la coyuntura o la “costumbre” de ver las propuestas, es imperioso valorar estas expresiones como parte de la memoria en un país que diariamente se ve bombardeado por los medios que parecen estar buscando erradicar toda forma de reencontrarnos con lo que intentamos ser, y son las músicas tradicionales con sus formas más autóctonas una manera  de recuperar la memoria. De ahí que estas expresiones sean más cuidadas y respetadas dentro de los festivales, que los intérpretes de esta línea tradicional como los de línea contemporánea sean entendidos desde la misma importancia, porque ambos puntos de vista son igual de valiosos y necesarios, además porque en el fondo son lo mismo, son MAC, ninguno es mejor que el otro. Urge pensarnos desde la diversidad pero con igualdad y eso solo puede darlo en concebirse dentro de unos procesos formación cultural permanente e inconclusa.

Antes de terminar, no puedo dejar pasar un tema que año tras año que voy a Ginebra, me preocupa más. Es la falta de procesos de integración social que se evidencian en el Mono Núñez, porque resulta no solo triste sino muy preocupante ver como cada vez más la gente de Ginebra siente lejano el festival, porque se sienten alejados por la propia Funmúsica, creo que es necesario que el pueblo ginebrino vuelva a sentir Mono Núñez como suyo. Porque ver la invasión comercial que saca a los comerciantes locales, así como en la organización logística trabaja con un pequeño grupo de personas de Ginebra mientras que de Cali llegan un grupo muy significativo a desempeñar labores que perfectamente pueden realizar personas del municipio de todos los estratos sociales. De ahí la importancia de construir procesos de vinculación comunitaria para que Mono Núñez sea una oportunidad para generar desarrollo social en un pueblo que acoge con cariño al visitante pero que cada vez se siente más lejano a un festival que allí nació y que muchos esperamos que así se mantenga.

Como conclusión, quiero hacer una invitación a ser más críticos y respetar los procesos internos por encima de lo puramente emocional. Así mismo, me sigue preocupando la falta de procesos de vinculación social en el festival más importante de MAC, porque pone en riesgo el resquicio de fiesta popular que tiene el Mono Núñez, y se acerca más a un proceso negativo de privatización de la cultura.

lunes, 18 de junio de 2012

LA ESENCIA DE JESSICA


El año anterior conocí a una intérprete de Música Andina Colombiana (MAC), que yo desconocía pero que tenía un gran recorrido en los festivales, ya que empezó su carrera en el festival infantil Cuyabrito de Oro en el año 2001. De ahí en adelante vinieron reconocimientos y triunfos en el medio, y este año cumple un sueño -como ella misma lo expresa- al grabar su disco, sobre el cual deseo contarles mis percepciones.     

Para empezar, les cuento que Jessica Jaramillo, es una cantante nacida en Sevilla – Valle, con fuertes vínculos emocionales y profesionales con el departamento del Quindío. 

Con respecto sus cualidades como cantante, hay que decir que es una voz que llama la atención, por su potencia y capacidad de interpretación, también es necesario mencionar que la acompañan; Diego Ariza en la guitarra y en la percusión, Alexander Vargas. Con ese acompañamiento platean un formato muy interesante que permite que la voz de Jessica se sienta en toda su dimensión.

Después de escuchar en repetidas ocasiones el trabajo musical de esta gran intérprete, me llamó muchísimo la atención el repertorio escogido para el disco, me gustó que son en su gran mayoría canciones recientes, bambucos y pasillos que no tienen mucho tiempo de compuestos, lo cual es un elemento innovador, porque muestra una intención clara en apostarle a los nuevos lenguajes de la MAC, es muy valioso encontrar composiciones de Fáber Grajales, María Isabel Saavedra y luz Marina Posada entre otros. Esto demuestra que Jessica es una de las nuevas intérpretes producto de un proceso de formación al interior de la MAC, ese mismo proceso que no todos quienes cantan las músicas de la región andina colombiana tienen, y que por eso mismo abandonan muy rápido este género musical que necesita acompañamiento, altos y bajos, competencia, proceso que Jessica evidencia en cada interpretación.

Dentro del disco llamado Mi Esencia, se encuentran una selección de pasillos, bambucos y una cumbia, que permiten disfrutar la de una voz fuerte que irradia sentimientos, especialmente con un bambuco que sin lugar a dudas está en la memoria de muchos por la interpretación que hizo Jessica, estoy hablando de Decir Adiós, de Maria Isabel Saavedra, canción con la cual obtuvo dos de los grandes premios de la MAC en el Concurso Nacional del Bambuco Luis Carlos González en Pereira y Antioquia le Canta a Colombia.
Como conclusión, quiero reconocer en el trabajo discográfico de Jessica, Diego y Alexander, un gran esfuerzo por proponer algo nuevo, que se percibe muchos aspectos como el formato del grupo, el repertorio escogido, y la calidad de la grabación. Definitivamente es un muy buen trabajo que puede ser ejemplo para muchos artistas porque es claro que es producto de un proceso de maduración musical.

Por todo lo anterior, y muchos más argumentos que espero que ustedes puedan descubrir, es que vale la pena adquirir el disco, porque estamos frente no solo a una gran intérprete sino ante a toda una forma de ver la MAC.

*Fotografía: Diego Fernando Tabares

martes, 12 de junio de 2012

Encuentro de Amigos



Después de cada festival Mono Núñez, siempre quedan muchas conclusiones, situaciones, temas para el debate, propuestas musicales llamativas y nuevos trabajos discográficos en el mercado. Pues bien, es por eso que las próximas entradas de este blog estarán dedicadas a algunos de esos elementos que surgen en el festival más importante de Música Andina Colombiana (MAC).

Quiero empezar mis percepciones sobre el “Mono” con la descripción de algo que es uno de los aspectos que más me llama la atención de vivir un Mono Núñez y no tiene que ver nada con lo musical en competencia, es algo más emocional, pero que se siente en cada rincón de Ginebra – Valle, es el ambiente fraterno que se vive en quienes asisten a los mismos espacios durante 3 días (conciertos dialogados, la tienda del mono, coliseo Gerardo Arellano, entre tantos otros). Resulta curioso que todos se saludan, todos hablan de casi los mismos temas, los debates son los mismos, por eso al estar todos en la misma tónica, todos son amigos.

Así mismo, el reencontrarse cada año con esos amigos que solo se encuentra uno en ese tipo de festivales, compone un elemento fundamental para disfrutar el Mono Núñez íntegramente. Porque el ejercicio de hablar de los favoritos, de los ganadores de otros festivales de tantas cosas que tiene este mundo de la MAC, se vuelve casi un ritual en cada festival y en el Mono Núñez si intensifica por ser el más esperado, por ser el punto de encuentro por excelencia.

Los vínculos emocionales que se crean en el Festival Mono Núñez son fraternos, porque al ser un punto de encuentro de tantas personas que aman la MAC genera un ambiente especial. Además, que es el escenario propicio para hallar a intérpretes, compositores y público juntos, que en pocos géneros musicales tienen esa oportunidad de compartir un mismo espacio y dialogar frente a frente, lo que en la MAC es muy común, pero en el Mono Núñez hay más espacios para dialogo entre los tres agentes dinamizadores de la música tradicional de la región andina de Colombia.

Es por todo lo anterior que el Festival de Música Andina Colombiana Mono Núñez, es más concurso de música folclórica, sino que es un tiempo de amigos, tanto para reencontrarse con unos, como para hacer otros nuevos. Es por eso es que esta entrada está especialmente a todos mis amigos de festivales, a aquellos con los que nos encontramos cada año y también a los que conocí en este año y por su puesto a los que me falta conocer.

Alguien una vez me dijo que “Cualquier excusa es buena para hacer amigos” pero yo le agregaré: “y si es con música andina colombiana, aun mejor

*Foto de Diego Fernando Tabares




viernes, 8 de junio de 2012

FESTIVAL DE MÚSICA ANDINA COLOMBIANA MONO NUÑEZ




Haremos el cubrimiento de todo lo que esta sucediendo en el Festival Mono Nuñez, pueden estar pendientes de los comentarios en vivo en:

Y en este espacio haré algunas entradas un poco más amplias, espero sus comentarios¡¡

BIENVENIDOS Y BIENVENIDAS¡¡  


jueves, 24 de mayo de 2012



GRAN FESTIVAL DE CANTAUTORES DE MÚSICA ANDINA COLOMBIANA, EN MANIZALES¡¡ ENTRADA LIBRE DESDE LAS 7:30PM







miércoles, 2 de mayo de 2012

Maestro/Maestra de la MAC


Hace poco en diálogo con una compositora de Música Andina Colombiana (MAC) hablábamos de la utilización del término maestro/ maestra en el entorno de este género, y fruto de lo compartido me quedaron varias inquietudes e ideas que quiero compartir con ustedes hoy.

La verdad esta semana he pensado bastante sobre lo que significa el ser maestro y sobre algo que pasa al interior de la MAC donde es muy claro que hay un abuso del término, lo que ha creado una sociedad del mutuo elogio que empieza con el término maestro/ maestra a todo quién compone. Y creo que para ser llamado así, es necesario hacer más que componer.

Para mi, ser maestro es tener un estilo propio que se perciba en cada composición, por ejemplo cuando uno escucha un bambuco del maestro Luis Carlos González se da cuenta qué es de él por el estilo particular que tuvo el maestro al escribir. Así mismo, quien es maestro/maestra debe ser un referente para otros compositores e intérpretes como es el caso del maestro José A Morales, quien aun hoy es un referente para muchos que desean hacer música  de la zona andina colombiana. Pero en la MAC actual hay un fenómeno que se ve primordialmente en los festivales, es que a todo quien compone se le llama maestro y creo que eso hace perder credibilidad al concepto de maestría como tal. No tengo nada en contra de los nuevos compositores, es más, los admiro profundamente por estar construyendo la historia musical contemporánea del país, pero no todos tienen un estilo definido, ni son inspiración para quienes apenas comienzan, aunque la gran mayoría de ellos van camino a eso.

Incluso hay otro elemento para poder ser llamado maestro, que desde el plano puramente técnico puede ser primordial, aunque que en otros aspectos no necesariamente lo sea. Estoy hablando sobre el virtuosismo musical e interpretativo, lo cual marca una diferencia entre quien es compositor y entre quien es un maestro.

Yo personalmente, reconozco sin problema que utilizo el término maestro y maestra con tanta frecuencia que en ocasiones me resulta tedioso, además hago parte de ese grupo de gente que a casi todos los compositores les dice maestros, pero en su mayoría es a quienes son de un rango de edad medianamente alto por lo cual el término maestro/maestra es con el fin de expresarles mi respeto (que otros lo harían diciendo don, doña, doctor, doctora). A aquellos compositores más jóvenes no les digo maestros porque creo que es como subirles la edad  y las experiencias de vida con una sola palabra. Obviamente también le digo maestro/maestra a quien considero que tiene un estilo propio, es influencia para otros en la composición e interpretación y por su virtuosismo como compositor.

Creo que es importante reducir la sociedad del mutuo elogio, es decir, disminuir la frecuencia  de eso de decirle a todos los compositores “Maestro”, para que una palabra que tiene tanta importancia en la historia del arte y en especial de la música, no quede simplemente con una indicación de respeto a una persona que se admira por lo que hace, sino a personas que en realidad lo sean, lo que cual en la MAC resulta fácil porque hay muchas compositores y compositoras que tienen todas las cualidades para ser maestros, pero tampoco hay que magnificar el trabajo de todos.

miércoles, 28 de marzo de 2012

SOBRE LAS COLECCIONES MUSICALES


En los últimos días he podido dialogar con auténticos melómanos, que tienen en su poder unas inmensas colecciones de música las cuales no solo admiro sino que envidio por su cantidad y calidad. Al ver estas colecciones me surge una pregunta que aun no logro resolver completamente y que espero poder disertar en estos renglones; la pregunta es compleja por lo sencilla ¿Para qué tener colecciones de música?

Quiero empezar por decir que las colecciones no son simplemente un ejercicio de avaricia musical, por el contrario, para optar por hacer una colección de músicas en necesario tener una vocación casi arqueológica por muchos ritmos musicales, interpretes, compositores y versiones de una misma pieza. De ahí que las únicas personas que realmente tienen colecciones organizadas metódicamente son los melómanos y melómanas, personajes con una disposición para recolectar y seleccionar la música que muy pocos tienen. Por lo cual ser melómano es ir más allá del gusto por “toda la música” sino tener la capacidad de estar en una búsqueda inagotable de nuevas músicas e interpretaciones.

Desde una perspectiva eminente personal, considero que las colecciones musicales deben tener un fin para no quedarse como tesoros perdidos en propiedad de unos pocos, creo que las estas son para socializarlas y compartirlas de alguna forma para que puedan generar conocimiento a otras personas, o por lo menos que permitan a más gente tener acceso a la historia implícita que se encuentra en la música.

También creo que las colecciones musicales son para difundirlas no solo entre otros coleccionistas y melómanos, sino también con personas que deseen saber y tener acceso a músicas que se encuentran ocultas en las mencionadas colecciones.

Tener una colección musical seria organizada permite conocer la identidad los pueblos, también es una forma de reconocer características comunes en distintas músicas especialmente las populares. De ahí la importancia y necesidad de compartirlas para darles un valor agregado como forma de acceso al conocimiento.

Por todo lo anterior, es que admiro a los melómanos por su capacidad metódica de ver y ordenar la música y elogio especialmente a quienes comparten al mundo sus colecciones, por reconocer la necesidad de permitir construir conocimiento con la música del mundo. A todas esas personas va toda mi admiración y respeto por su forma de vivir la música.

domingo, 4 de marzo de 2012

"LO NUESTRO NO GUSTA"


Por esta época donde la saturación de reality shows sobre “el talento colombiano” invaden la televisión nacional, me resulta imposible no quedar preocupado por la escasa interpretación de músicas tradicionales en dichos programas, pero me preocupa más aun que a los pocos que optan por mostrar su cualidades vocales por medio de las músicas autóctonas, son rechazados, en la mayoría de los casos por un evidente desconocimiento de los jurados, lo cual parece ser una estrategia para negar nuestras raíces culturales, para que sea más fácil adoptar lo de otros por encima de lo nuestro.

El motivo porque no vemos músicas colombianas en los medios de comunicación es por el enorme desconocimiento que hay sobre ellas, que se propicia que no son concebidas como comerciales, lo cual es más que equivocado porque nuestras historias y nuestros sonidos deberían ser más escuchados y ya que tienen más argumentos que muchos de los enlatados, bajos de calidad con canciones que nada dicen esos que nos obligan a escuchar en las emisoras y otros medios de comunicación.

Alguien podría discutirme que las músicas colombianas si son masivas, a partir del ejemplo del vallenato actual, en ese caso yo tendría varios cuestionamientos sobre la que es sin lugar a dudas el género musical colombiano más difundido. ¿Hace cuánto el vallenato no narra historias que realmente dan cuenta del folclor del Caribe? ¿Hace cuánto el vallenato no aborda temáticas diferentes al amor y al desamor?

Volviendo al tema que hoy intento abordar, me preocupa esa gran mayoría de televidentes no perciban que en esos espacios asimismo que (de baja calidad musical, además) no haya cabida representativa en cantidad y calidad para ninguno de nuestros aires musicales autóctonos. Esto ayuda a que se fortalezcan músicas no tan bien hechas y con historias de un mensaje implícito poco sano como el vallenato actual o la “música popular”.
  
Por esa falta de masificación en los medios es que las músicas colombianas tradicionales es están cayendo en unos imaginarios para la gente que de seguir  así terminarán por aislarlas más de lo que están. Estos imaginarios desde mi punto de vista son: “La música colombiana es para viejitos”, “Esta música es para élites que solo ellos pueden valorar y disfrutar”, “Eso es de hace muchos años, ya no hay nada nuevo” o “Esa música es de baja calidad”

Es por todo lo anterior es que todos quienes amamos las músicas tradicionales debemos difundirlas para abrirles nuevos espacios, esa es una forma de cambiar imaginarios errados, para soñar en el día que todos los colombianos volvamos a creer en nuestras músicas. 

lunes, 20 de febrero de 2012

JUZGAR O NO JUZGAR


Una de las ventajas que le encuentro a las redes sociales virtuales es la posibilidad de conversar con gente cercana a la Música Andina Colombiana (MAC) y con estas personas dialogar sobre algunas pasiones que crea este género musical que cada vez a más gente de diferentes edades logra llamar la atención. Y el tema que hoy deseo desarrollar es precisamente surgido en el diálogo con algunos amantes de la MAC en la redes sociales. El tema puede resultar algo controvertido de ahí lo agradable para ser tema de conversación. El tema es el debate si debe juzgarse en los festivales o no. Este debate se presenta y se revive  cada que en un festival o concurso hay decisiones con las que el público no queda complacido, se reabre el debate sobre la pertinencia que haya concursos que califiquen las interpretaciones de la MAC, ya que siempre se presentan elementos subjetivos y objetivos que permiten controvertir sobre una calificación.

Son muchos los elementos que permiten el debate no solo entre los asistentes a los festivales y concursos sino en los mismos participantes, quienes son al final los únicos beneficiados o perjudicados de las decisiones de quienes califican en los eventos. Conceptos tan complejos como interpretación y expresión corporal  se juzgan de manera equitativa en formatos diferentes, para un mismo género musical, así mismo sobre la forma de interpretar si es académica (con mucho virtuosismo) o donde se haga más evidente el sentimiento que irradia el género como tal. Pero sin lugar a dudas, lo que genera más debate, inconformismos y comentarios de todo tipo son las obras inéditas tanto vocales como instrumentales, porque el público normalmente siempre toma posición frente a cada obra, y con una atención que se percibe dentro de los auditorios cada persona juzga desde su perspectiva la calidad de la obra, de ahí que normalmente siempre hayan reclamos hacia el jurado en este aspecto.

Debido a todos esos comentarios, discusiones, debates e incluso altercados serios que se han presentado en los mencionados eventos de MAC, muchas personas del medio han planteado la abolición de estos espacios de competencia, y simplemente dejar unos encuentros donde sea más un espacio de compartir ideas que una competición como tal.  Pero esto es igual o más controvertido que las decisiones de los jurados de festivales.

Personalmente, no creo que la solución a este debate esté en acabar con los espacios de competición, que desde mi punto de vista son necesarios no solo porque incrementan el nivel de la MAC por la exigencia de competir, sino porque es una forma de incentivar a los artistas por los premios económicos que ganar un concurso o festival trae. Lo que también es una forma de reconocimiento al trabajo arduo del artista.

Los festivales y concursos son necesarios para que la MAC crezca en nivel interpretativo y de creación y eso lo ayuda la competencia. La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué  hacer para acabar con tanta polémica e insatisfacción con las decisiones de los jurados? La respuesta puede ser algo parca y obvia para algunos, pero para mí, es normal que haya inconformidad porque calificar algo tan subjetivo como es el arte y más cuando son tantos los que escuchan y tan pocos los que juzgan, resulta apenas elemental que hayan descontentos y debates porque todos creemos que tenemos los criterios apropiados para tener la razón.  

domingo, 5 de febrero de 2012

MÁS MÚSICA COMERCIAL

Algunas personas consideran que lo peor que le puede suceder a una propuesta musical o a un artista, es volverse “comercial”. Posición de la cual disto mucho ya que es necesario evaluar distintos aspectos para decir si es realmente negativo o no que un género o una propuesta musical sea de carácter comercial. Y precisamente sobre ese tema que deseo que dialoguemos hoy.

El debate quizás estaría más que en sobre lo bueno o lo malo de la comercialización, en ¿Cuál es la calidad de lo comercial? Con esto quiero indicar que no importa que una propuesta musical se vuelva comercial o no, sino que lo importante es que sea de buena calidad interpretativa e instrumental lo que permitiría al consumidor (comprador) escuchar buena música y al músico recibir  ingresos por su trabajo. Lo cual no siempre es así, porque muchos intérpretes reciben ingresos por ventas sin ser de muy buena calidad mientras que los músicos que se esmeran por hacer un buen trabajo musical no venden porque no son muy conocidos, de ahí la importancia de tener una proyección comercial equitativa para que el oyente pueda escoger más.

Esta perspectiva no cambia mucho para la MAC (Música Andina Colombiana) porque es una música no muy comercial pero de gran calidad interpretativa e instrumental, y estas producciones terminan en manos de unos pocos que para ser sincero no somos los necesarios para que el artista reciba una cantidad de ingresos proporcionales al esfuerzo de producir su disco de forma independiente.

También hay que decir que hay algunos grupos de MAC que se están esmerando por hacer más comercial este género musical, lo cual más que importantísimo resulta necesario, para mostrar que lo andino aun está vivo en las músicas tradicionales del país. El grupo que en mi criterio más le apostado a la difusión comercial de su propuesta es un grupo personalmente no solo está dentro de mis favoritos, sino que los admiro profundamente, precisamente por querer evidenciar todo lo que pasa con los nuevos lenguajes andinos, estoy hablando de OÍ (compuesto por Juan Consuegra, Fáber Grajales y Luis Fernando Hermida), quienes han realizado una labor casi titánica de mostrar la MAC en medios de comunicación, con otros públicos y en otros espacios que no estaban muy abiertos para la MAC. Bien por ellos, porque con esto le dan un enfoque comercial a un propuesta musical bien hecha y que tiene toda la validez para ser reconocida comercialmente, porque no podemos seguir pensando que el trabajo del músico es por amor al arte no más, ellos igual que todos nosotros viven de su profesión, por eso mismo hay que apoyarlos no solo comprando sus trabajos, sino difundiendo los mismos para que otras personas también puedan comprarlos.

Como conclusión, quiero reconocer la necesidad que tiene la MAC de hacerse más comercial, para que se difunda más para mostrar que la música elaborada y académica si puede tener un público amplio, y como se dijo en la anterior entrada, pueda recuperar su esencia popular 

jueves, 19 de enero de 2012

SALIR DE LOS AUDITORIOS


La Música Andina Colombiana (MAC) desde hace poco más de 20 años presenta una problemática que en la última década se ha acentuado y pareciera continuar, estoy haciendo referencia a un “encierro en los auditorios” lo que paulatinamente la puede llevar a ir perdiendo su origen popular. Esto lo confirmé con un interesante artículo publicado en la revista A Contratiempo del año 1997 escrito por la musicóloga colombiana Ana María Ochoa, ya que en su artículo “Tradición, Género y Nación en el Bambuco”(http://acontratiempo.bibliotecanacional.gov.co/files/ediciones/revista-9/pdf/rev9_08_tradiciongenero.pdf), hace un recorrido por la historia de el más importante ritmo musical de la zona andina colombiana y allí aborda entre otros temas la tendencia que tiene la MAC de escucharse solo en auditorios especializados y salas de conciertos como lo que sucede con la música clásica. 

Si bien el espacio auditorio está más ligado de la MAC más académica no a lo más tradicional, también se hace necesario que sea esta misma tendencia estudiosa la que se encargue de recuperar la esencia popular de los aires andinos. Creo que el aporte que hace la academia es muy importante para la construcción permanente de la MAC pero en ese proceso se ha reducido el acceso a muchas personas cayendo en una especie de  “élitización” lo cual va totalmente en contra de lo que culturalmente representan cada uno de los ritmos de la zona andina colombiana.

Pero,  ¿Por qué recuperar lo popular de la MAC? Son múltiples los argumentos para responder a esta pregunta; Primero: Para acercarla a nuevos públicos que tienen el falso imaginario que esta música  solo es del gusto de personas un rango de edad alto, Segundo, por los músicos, quienes optaron por hacer MAC con gran calidad instrumental e interpretativa y considero que dejar esta propuesta musical en los festivales o auditorios es negarle la oportunidad a mucha gente de disfrutar del alto nivel de las músicas colombianas. Y tercero (que en mi criterio quizás es el más importante de todos) es para retornar el término “música popular” a donde realmente pertenece, que es a las músicas tradicionales, donde por su legado ancestral, recorrido histórico, importancia cultural y calidad musical deben ser realmente la música popular del país y no el híbrido del sobrante de los corridos mexicanos y algunos elementos de la música de carrilera, que carece de una visión real de lo que es lo popular y que musicalmente no aporta mucho.

Se hace importante sacar la MAC de ese encierro académico, del cual muchos intérpretes y compositores luchar por sacarlo no solo para visualizar su trabajo más allá de los que ya tenemos el placer y el gusto de conocerlo, sino para los nuevos públicos, muchos de ellos que desafortunadamente desconocen la realidad de una propuesta musical que todos los días se reinventa con nuevas historias y nuevas armonías.

Por todo lo anterior es que hay que difundir la MAC, en distintos escenarios y diferentes públicos, para que la música andina colombiana retorne a las calles, a las esquinas, a los cafetines, a los pueblos, que retorne a la gente del común.